ARTES VISUALES DE COSTA RICA
Costa rica nunca ah querido unirse con centro
america, porque dicen que si se unen las tropas de otros países pueden ingresar
a costa rica, ellos eliminaron el ejercito, la población es mucho menor a la de
el salvador y su territorio es mucho mas grande, costa rica es el único lugar
donde hay licenciatura en artes en cine etc.
A costa rica la dividio Critibal Colon en su
cuarto viaje no tiene mucho arquitectura pero si encontramos mucho arte en el
museo de oro el museo del jade y en museo de piedra y madera
Época Pre Colombina
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Museo del oro
El Museo del Oro
Precolombino «Álvaro Vargas Echeverría», llamado simplemente Museo del Oro
Precolombino o Museo del Oro, es un museo histórico, arqueológico y cultural
ubicado en San José, capital de Costa Rica. Se encuentra localizado en un
edificio subterráneo bajo la Plaza de la Cultura, en Calle 5, Avenida Central y
segunda, en pleno corazón josefino. Dicho edificio es la sede permanente de las
colecciones pertenecientes al Banco Central de Costa Rica, y alberga, además,
al Museo de Numismática Jaime Solera Bennett. En 2012, el sitio web de viajes
Trip Advisor otorgó un certificado de excelencia al Museo del Oro Precolombino.
El Museo del Oro
Precolombino posee una extraordinaria colección de objetos elaborados en oro,
los cuales reflejan la cosmovisión, la estructura social y la orfebrería de los
pueblos precolombinos que ocuparon el actual territorio costarricense. La
exhibición muestra el uso y la función de las piezas, la tecnología, así como
la relación con la naturaleza y la vida diaria de estos grupos humanos.
Los artesanos
precolombinos residentes en la zona que actualmente es Costa Rica, trabajaron
el oro nativo de procedencia aluvial, el cual se obtenía de las arenas de los
ríos y las riberas de las costas, y se lavaba en bateas de madera. El arte del
trabajo de los metales requería una habilidad particular, un aprendizaje largo
y complicado, que realizaban especialistas a tiempo completo.
La colección del
museo está constituida por 1600 piezas de oro precolombino que datan desde el
año 500 hasta 1500 de nuestra era. Contiene también objetos precolombinos
elaborados en cerámica y piedra, procedentes de distintas regiones geográficas
del país: vasijas en formas diversas, objetos, estatuas y utensilios en piedra,
utilizados en la vida cotidiana y ceremonial de los pueblos.
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Museo del jade
El 30 de octubre de
1924, el Congreso Constitucional de la República de Costa Rica aprobó la Ley
Nº12, la cual creó el monopolio de los seguros a favor del Estado, dándole el
nombre de Banco Nacional de Seguros, y 24 años después, cambió su nombre por
Instituto Nacional de Seguros (INS). En los años setenta el Instituto Nacional
de Seguros, ante una situación de incansable huaquerismo y comercialización de
objetos arqueológicos, tanto dentro como fuera del territorio nacional,
adquirió artefactos provenientes de coleccionistas por compra y en pocos casos,
por donación, apoyados en los siguientes decretos: El decreto Nº4809 de 1971 artículo
1º menciona: “Se autoriza a las Instituciones autónomas para adquirir a
solicitud de la Junta Administrativa del Museo Nacional, piezas arqueológicas
costarricenses para mantenerlas en custodia y exhibición en el Museo, con el
fin de evitar que salgan del país...” Asimismo, el decreto Nº5176 de 1973
artículo 1º dice: “Facúltese al Gobierno Central, a las Instituciones
autónomas, semiautónomas y a las municipalidades, para que de acuerdo con sus
posibilidades económicas, en sus presupuestos anuales de inversiones consignen
partidas para promover la literatura, las artes nacionales, monumentos
nacionales, adquirir piezas arqueológicas...” La concepción del patrimonio
cultural, la preocupación por consolidar la protección del patrimonio
arqueológico costarricense y de contribuir al desarrollo de la arqueología
nacional y la existencia de leyes con vacíos legales para su resguardo conducen
a que se dicte la Ley de Patrimonio Nacional Nº 6703 en 1982, la cual en su
artículo 8º manifiesta: “Se prohíbe el comercio y la exportación de objetos
arqueológicos, por parte de particulares e instituciones privadas o
estatales...” Para entonces, el INS había conformado su colección de objetos de
la época precolombina con alrededor de 7000 piezas de diversos materiales como
jade, cerámica, piedra, oro, concha, madera, resina, hueso y otros. El 31 de
octubre de 1977, el INS inauguró el Museo bajo el nombre de “Colección
Arqueológica del Instituto Nacional de Seguros”; posteriormente, en 1980 con el
acuerdo XI de la Sesión 6556 de la Junta Directiva vigente, cambió el nombre
por el de Museo del Jade. En 1980, la Junta Directiva del INS aprobó el
reglamento que regula la administración y manejo del Museo del Jade, el cual
plantea los siguientes objetivos:
Fomentar el estudio
científico en el campo arqueológico.
Conservar parte del
patrimonio arqueológico y artístico del país.
Estimular el
desarrollo artístico en el campo de las artes plásticas.
Servir de órgano de
proyección cultural del Instituto hacia la comunidad.
Ante la imposibilidad
de reestructurar un contexto perdido por causa de los métodos de excavación no
científicos, el Museo del Jade se ha dado a la tarea de impulsar proyectos de
investigación, con el fin de conocer, en lo posible, el contexto de sus
colecciones mediante la asociación de objetos excavados científicamente. Estas
investigaciones han incursionado en campos tales como: el antropológico, el
arqueológico, el geológico, el artístico y el etnomusical. El Museo del Jade, a
través de sus treinta y ocho años de funcionamiento ha permitido que miles de
visitantes nacionales y extranjeros visiten sus salas de exhibición, teniendo
la oportunidad de admirar una de las colecciones institucionales más ricas de
América. La variedad de su acervo, constituido por cuatro colecciones;
arqueología, arte y etnografía; refleja uno de los objetivos del INS, de
generar una contribución social, a través del registro, documentación y
exhibición de exposiciones. Durante más de un cuarto de siglo, el patrimonio
cultural que custodia el Museo ha servido de embajador costarricense, al formar
parte de exposiciones internacionales mostradas en diferentes ciudades de
América, Europa y Asia. La alta calidad de la colección de arte se ve reflejada
por ejemplo, en la significativa cantidad de obras de los más renombrados
artistas costarricenses, representantes de diversos períodos de la producción
plástica nacional, las cuales en muchos momentos han sido cedidas en calidad de
préstamo para exhibición e investigación. De igual manera el Museo del Jade a
lo largo de estos años, ha facilitado sus salas de exposiciones, tanto para la
divulgación del producto de artistas plásticos nacionales e internacionales
como la muestra de exhibiciones relacionadas con temas muy diversos como
historia, ciencias, tecnología y otros temas relacionados con el quehacer
humano.
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Museo nacional de piedra y madera
costa rica
El Museo Nacional
de Costa Rica se encuentra ubicado en la ciudad de San José. Fue creado el 4 de
mayo de 1887 por medio del acuerdo Nº 60, durante la administración del
presidente Bernardo Soto Alfaro. La actual localización del museo es el antiguo
"Cuartel Bellavista". Este último pasó a manos del museo cuando el
ejército se abolió como una institución permanente.
El museo ofrece
actualmente varios servicios entre ellos, salas de exhibición, talleres,
charlas, material informativo y visitas guiadas, entre otros.
El 4 de mayo de
1887, bajo la presidencia de Bernardo Soto Alfaro, se creó el Museo Nacional
con el propósito de dotar al país de un establecimiento público para depositar,
clasificar y estudiar los productos naturales y artísticos.
Desde sus primeros
años, el museo se orientó hacia la investigación científica, educación,
exhibición y defensa del patrimonio cultural y natural. Destacan en sus
orígenes figuras como Anastasio Alfaro, Henri Pittier, Pablo Biolley, José
Cástulo Zeledón, Adolfo Tonduz, María Fernández de Tinoco y José Fidel Tristán,
entre otras.
En sus más de cien
años de existencia, ha ocupado cuatro edificios distintos. Los tres primeros ya
fueron demolidos.
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De 1887 a 1896 se situó en el
edificio de la Universidad de Santo Tomás.
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De 1896 a 1903 estuvo en los
jardines del Laberinto, en el Sur de San José.
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De 1903 a 1949 ocupó el antiguo
edificio del Liceo de Costa Rica, donde hoy está la Caja Costarricense del
Seguro Social.
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Desde 1950 hasta nuestros días, el
Museo Nacional ha tenido su sede principal en las instalaciones del antiguo
Cuartel Bellavista.
El terreno donde se
ubica hoy el Museo Nacional estuvo dedicado, a mediados del Siglo XIX, a la
siembra de café. Posteriormente acogió al naturalista alemán Alexander von
Frantzius y luego, a partir de 1877, al reformador de la educación
costarricense, Mauro Fernández.
Años después el
Estado adquirió la propiedad y se dio inicio a la construcción del cuartel en
1917 y se aceleró a raíz del golpe de Estado propiciado por Federico Tinoco
Granados ese año. En 1919, Tinoco fue derrocado, lo cual provocó la
paralización de las construcciones en 1923. Los trabajos se reiniciaron y finalizaron
durante la administración de don Cleto González Víquez (1928 – 1932).
El Cuartel
Bellavista fue bodega de armas y se usó para impartir instrucción militar a
reclutas, como manejo de armas, táctica y disciplina; también se les instruía
en principios morales.
El 1º de diciembre
de 1948 dejó de fungir como cuartel, cuando se decretó la abolición del
ejército. Más tarde, cuando el Museo tomó posesión del lugar, en 1950, se
acondicionaron los espacios para ser utilizados como salas de exhibición.
Historia
Precolombina
Más de 800 objetos,
como puntas de flecha, metates, vasijas, enterramientos, collares, y otros
artefactos de decoración personal y ceremonial, en materiales como cerámica,
piedra, oro, jade y hueso; le mostrarán la forma de vida de las culturas
antiguas. En un recorrido cronológico, desde los 12 mil años a.C. hasta la
llegada de los españoles, 1.500 años d.C., se relatan los cambios económicos,
socio-políticos y religiosos que se dieron en las sociedades que habitaron el
territorio nacional.
Oro Indígena
En esta sala se
muestra la visión espiritual de los indígenas por el oro y las técnicas que
utilizaron en la elaboración de las piezas. Se exhiben representaciones de
animales, figuras de chamanes en miniatura y objetos de decoración personal y
de distinción de rango.
Historia Patria
Presenta una
síntesis del desarrollo de Costa Rica, desde la llegada de los españoles hasta
la actualidad. Fotografías, dibujos y objetos históricos rememoran la época
colonial, la independencia, el aporte social y económico del café, el banano y
el ferrocarril, entre otros temas.
Casa Colonial
Recrea los espacios
de un dormitorio y un comedor de una casa colonial. La estructura es original
de una casa de la provincia de Guanacaste.
De Cuartel a Museo
En este espacio se
encuentran las antiguas celdas del Cuartel, con los grafittis escritos por los
mismos prisioneros durante los años 40. Se ubican también los baños y los
servicios sanitarios utilizados por las tropas.
Casa de los
Comandantes
Una exhibición en
sí mismas, estas dos casas rescatan la belleza patrimonial arquitectónica de la
ciudad de San José. Fueron construidas entre finales del siglo XIX y principios
del XX. En el transcurso de estos años fueron ocupadas para diversos fines y su
arquitectura original fue intervenida en múltiples ocasiones. Durante la época
del Cuartel Bellavista fueron habitadas por el primer y segundo comandante. Se
puede recorrer los diferentes ambientes internos que dan lugar a exposiciones
temporales.
Salas de Exhibición
Temporal
El Museo Nacional
cuenta con tres salas para exhibiciones temporales, que dan lugar a proyectos
de temas diversos como pintura, escultura, historia y biodiversidad, entre
otros
Época colonial
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Teatro nacional
El Centro de
Gestión Documental e Investigación (CDGI) es uno de las procesos más relevantes
del Teatro Nacional.
Desde los inicios
del Teatro Nacional, a finales del siglo XIX, la normativa interna exigió
contar con un archivo, tarea que se asignó al Administrador, la figura
jerárquica más importante de la época y luego fue asignada a la Junta
Directiva; sin embargo, no es hasta entrado el siglo XX cuando se organizan los
archivos con mayor rigurosidad, a lo coadyuva la normativa decretada en las
décadas de 1960 y 1970. Empero, es hasta
el año 2008 cuando empieza a gestar un sistema de archivo sujeto al
cumplimiento de la Ley del Sistema Nacional de Archivos (N. 7202), el cual ha
venido creciendo para consolidarse en los últimos años, adicionando un área de
investigación histórica, en ésta última se diseñan y ejecutan investigaciones
sobre el Teatro Nacional y tópicos afines, con el fin de atender requerimientos
de unidades internas, prensa, academia, artistas y otros, tanto a nivel
nacional como internacional.
Es así como
contamos con documentación administrativa fruto del que hacer institucional.
Tenemos un Archivo Histórico que alberga dos colecciones especiales: álbumes
que contienen documentos sobre los eventos realizados en el Teatro Nacional
desde sus inicios y que contabilizan tres siglos; así como material
audiovisual, placas de vidrio (negativos de fotografía de finales del siglo XIX
e inicios del XX) y otros, que ofrecen posibilidades casi infinitas de fuentes
sobre diversos temas de interés relacionados con este Monumento, su quehacer,
simbolismo y producción cultural.
Época Republicana
Fadrique Gutiérrez
Flores (Heredia, Costa Rica, 7 de septiembre de 1847-Esparza, Costa Rica, 5 de
febrero de 1897) fue un escultor, pintor, arquitecto y militar costarricense.
Personaje de tintes casi legendarios, se le considera el pionero de la
escultura contemporánea costarricense. Su obra arquitectónica más conocida es
El Fortín, icónico edificio de estilo colonial ubicado en la ciudad de Heredia.
Nació en la ciudad
de Heredia, en una familia descendiente de italianos florentinos. Sus padres
fueron Blas Gutiérrez y Mercedes Flores, personas de alta sociedad. Recibió una
educación primeramente escolástica y luego liberal. En 1856, con 15 años de
edad, obtuvo un diplomado en filosofía de la Universidad de Santo Tomás.
Muestra, además, aptitudes para la física y la química. Dos años después, es
ex-patriado por razones políticas, viajando a El Salvador y Guatemala, donde
aprende las técnicas de la imaginería religiosa y estudia arquitectura y
agrimensura.
En 1860 vuelve a
Costa Rica, donde se dedica a esculpir imágenes religiosas, muchas de ellas en
piedra, lo que lo convierte en el pionero de la escultura moderna de Costa
Rica. También realiza varias obras civiles por encargo, iniciando un proceso de
secularización de la escultura. En 1862, aprende pintura del maestro francés
Aquiles Bigot, mientras que el escultor italiano Francesco Fortino le enseña la
escultura al estilo renacentista. En 1863, esculpe Eva o Venus, el primer
desnudo de la historia de la escultura costarricense. Se dedica a la profesión
de imaginero y a pintar retratos hasta 1870, cuando el golpe de Estado perpetrado
por su primo Tomás Guardia Gutiérrez contra el gobierno de Jesús Jiménez Zamora
lo coloca de nuevo en la palestra política, distinguiéndose Gutiérrez en la
toma del Cuartel de Artillería de San José.
Durante el gobierno
de Guardia, se le asigna la Comandancia y Gobernación de Heredia y se le
asciende al grado de general, pero en noviembre, se le nombra teniente
gobernador de la isla del Coco (ubicada a 500 km del territorio nacional), con
la intención de defender la soberanía costarricense sobre la isla contra las
pretensiones de los Estados Unidos. Decepcionado, abandona la política y se
dedica a la agricultura, lo que hace que el gobierno lo acuse de desertor y se
vea forzado a huir por todo el país.
En 1872, ya librado
de la persecución política, vuelve a dedicarse a la escultura, esculpiendo el
busto de Próspero Fernández Oreamuno. En 1876, diseña y construye el Fortín de
Heredia, y su casa, a la que llama "La Fortina", en la que establece
una destilería clandestina. Para 1876, se dedica al dibujo de planos
arquitectónicos, destacándose el del Instituto de Alajuela y los de varias
casas de Heredia. Ese mismo año, es exiliado nuevamente por razones políticas.
Regresa a Costa
Rica nueve años después, en 1885, año en el que se le despoja de su grado de
coronel y es exiliado por tercera vez. Por siete años, hasta 1892, se dedica a
trabajar en varias comandancias por toda Centroamérica, valiéndose de su
experiencia como militar. En 1892 regresa a Costa Rica y enseña el arte de la
imaginería a Miguel Ramos. Dos años después, instado por su amigos, participa
como candidato a la presidencia por el Partido Agrícola. Tras ser derrotado en
las elecciones primarias, se une a los partidos Unión Católica y Liberal para
apoyar la candidatura del doctor Juan J. Flores. Un fraude, no obstante, coloca
a Rafael Yglesias Castro como presidente de la república, mientras que los tres
representantes del partido Liberal son encarcelados en El Fortín.
Nuevamente,
Gutiérrez es expatriado y reside en El Salvador. En 1896 vuelve al país y se le
niega la residencia en Alajuela y Heredia, siendo confinado por el presidente
Yglesias a Esparza, en la provincia de Puntarenas, donde fallece en 1897 a la
edad de 50 años.
La obra de Fadrique
Gutiérrez ha sido dada a conocer gracias a una biografía suya escrita por Luis
Dobles Segreda, bajo el nombre "Fadrique Gutiérrez: hidalgo extravagante
de muchas andanzas". En la actualidad, se le considera un precursor de la
escultura contemporánea nacional, pues fue el primero en utilizar la piedra
como materia prima, esculpió el primer desnudo del arte escultórico
costarricense y, aunque iniciado en el arte religioso, esculpió las primeras
esculturas de temática laica. En su trabajo combinó técnicas tradicionales de
la imaginería colonial con temas profanos y la piedra como material de trabajo,
demostrando su proceso de evolución estilística y laicalización.
Su predilección por
la escultura de desnudos y figuras de expresiones fuertes no fueron bien vistas
por la sociedad de su tiempo, en el que predominó la escultura religiosa. Sus
bustos de personajes y figuras decorativas también fueron vistos como rarezas.
La mayoría de su obra se ha perdido o ha sido destruida, en parte porque en
vida se le conoció más su faceta política y de imaginero que como artista y
arquitecto. Sin embargo, su mayor obra de ingeniería, el Fortín de Heredia,
persiste hasta nuestros días y hoy se le tiene por edificio icónico de dicha
ciudad.
Entre sus obras
conocidas que han llegado hasta la actualidad, figuran una talla de San Pedro
ubicada en la fachada de la iglesia parroquial de Heredia; un San Juan de la
Cruz y San Simón Stok, que le fueron encargados para la Iglesia del Carmen en
Heredia y confeccionadas en los años 1861–1862; una Venus (el primer desnudo de
la historia escultórica nacional), un busto de Próspero Fernández Oreamuno, y
un Esculapio, conservadas en el Museo Nacional de Costa Rica; un Neptuno (talla
directa en piedra, 1863), parte de una fuente, que pertenece a la Municipalidad
de Heredia. Ejecutó en madera policromada, a la manera guatemalteca, más
imágenes: "San Roque" (Iglesia de San Roque de Heredia), "San
Isidro Labrador" (Iglesia de San Isidro de Heredia).
En lo
arquitectónico, además del Fortín, fue el autor de la cúpula de la Catedral de
Alajuela. La mayoría de su obra pictórica se ha perdido.
El Fortín, la obra
más reconocida y perdurable de Fadrique Gutiérrez
Época Moderna
·
Enrique Echaudi
Enrique Echandi
Montero (San José 17 de febrero de 1866 –, ibídem, 19 de febrero de 1959) fue
un pintor costarricense, famoso ante todo por sus retratos oficiales de
presidentes de su país y por la representación no canónica del heróe nacional
Juan Santamaría en su cuadro La quema del Mesón.
Hijo de Laureano
Echandi Morales (1837-1898) y Ana Nicolasa Montero Aguilar (1845-1904), Enrique
creció con sus otros tres hermanos (José Dolores, Rosa y Alberto; él era el
segundo) en una familia próspera. De niño, le gustaba el campo y solía dibujar
las escenas que observaba en las fincas que tenía la familia. «Así entró en
contacto con el paisaje rural, los animales y los personajes que habitaban
zonas del campo como Orosi, Juan Viñas y El Monte de Heredia».1
Después de terminar
la primaria, Echandi ingresó en el Instituto Nacional de Costa Rica (años
1870), donde fue alumno de Enrique Twight (1825-1884), que daba clases de
acuarela y de quien hizo un retrato al carboncillo, y Enrique Etheridge
(1862-1893), que enseñaba dibujo y pinutra al óleo y pastel.1
Enrique Echandi
viajó en 1886 a Alemania, donde estudió primero en la Academia de Pintura y
Dibujo de Leipzig y después en la Escuela de Bellas Artes del Instituto Real de
Estudios de Múnich (1888-1891). En ese país se casó con Katarina Maukisch, una
pianista germana, el 30 de noviembre de 1890 y al año siguiente regresó a Costa
Rica. La pareja tuvo cuatro hijo (Raúl Armando, 1892, fallecido a los tres
meses; Guido, 1892-1919; Flora, 1894-1970; y Moraima, 1900-1973).
El cuadro de
Echandi que más ha dado que hablar es probablemente La quema del Mesón, en la
que el héroe costarricense Juan Santamaría es representado «como un mulato de
ensortijado cabello (lo que apunta a la ascendencia negra de Juan), descalzo, y
dando fuego al alero del Mesón con una larga caña como tea (símbolo de la
libertad) en una de sus crispadas manos; ya manando sangre, evidentemente
impactado por muchas balas».2 El óleo, expuesto por vez primera en la
exposición nacional de arte realizada en el Edificio Metálico de San José entre
el 17 y el 31 de enero de 1897 fue recibido de uñas por la crítica de la época.
Así, Juan Vicente Quirós, escribió en el matutino La República, del que era
director y dueño, que el cuadro era «no solo reprochable desde el punto de
vista artístico, sino también desde el punto de vista patriótico» y, como
muchos otros del salón, debería «ser condenado sin misericordia a las llamas»,
además, lo calificó de «caricatura».2
El problema, como
escribe Guillermo Brenes, es que esa obra «no es un retrato triunfalista y
condescendiente; más bien el cuadro se puede ver como una suerte de “calvario
laico”, una imagen atroz y sombría del sufrimiento y de la muerte. Un detalle
importante es la indumentaria del personaje central, quien viste la ropa
rústica y gastada del campesinado. Los gestos del cuerpo de Santamaría (cabeza
y brazos, sobre todo), la posición (de rodillas) y del rostro (pálido,
desencajado y con los ojos bien abiertos) plasman a un héroe caído, cuyo último
suspiro se convierte quizá por azar en un llamado a los que prefieren la muerte
al dolor de ver sucumbir a su patria».2
Posiblemente a
causa de las airadas críticas provocadas por su representación del icono
nacional, a Echandi no se le dio participación en la naciente Escuela Nacional
de Bellas Artes ni en la decoración del Teatro Nacional, hitos de la vida artística
costarricense ocurridos ambos en 1897. La quema del Mesón —que se encuentra
actualmente en el Museo Histórico Cultural Juan Santamaría de Alajuela— fue
presentado aquel mismo año por el pintor junto con otros seis cuadros a la
Primera Exposición Centroamericana celebrada en Guatemala, pero resultó
descalificado del concurso; sin embargo, Echandi ganó medalla de bronce por uno
de sus retratos.
A ese galardón le
siguieron muchos otros, tanto nacionales como internacionales, entre los que se
pueden citar el premio Cruz de los Apóstoles en la Exposición Panamericana
(1901) en Buffalo (Nueva York), por un retrato de Felipe Eduardo Lehnard
(expuesto hoy en el Museo de Arte Costarricense), o la medalla de plata en la
Exposición Nacional de 1917.
Pintó retratos
tanto particulares como oficiales, entre los que cabe citar los de los
presidentes de Costa Rica José Joaquín Rodríguez Zeledón, Ascensión Esquivel
Ibarra, Cleto González Víquez y Alfredo González Flores.
Echandi se
esforzaba por darse a conocer no solo tomando parte en certámenes, sino también
exhibiendo sus obras en las vitrinas de las principales librerías y farmacias
de San José. Solo tuvo dos importantes exposiciones en vida: una compartida con
Tomás Povedano en 1950, organizada por el Museo Nacional de Costa Rica, y la
retrospectiva de sus óleos y dibujos en la Casa del Artista, en marzo de 1956.
Echandi, que además
de la pintura y el dibujo cultivó la música, se dedicó también a la enseñanza,
siendo profesor en los liceos de Costa Rica y de Heredia, en los colegios
Superior de Señoritas y en el de San Agustín, así como en la Escuela Normal.
"Aunque nunca
trabaja en la Escuela Nacional de Bellas Artes, a partir de 1891 da clases
particulares a jóvenes que desean conocer sobre arte o didicarse a la
pintura". Además, en su casa organiza reuniones culturales (noches
culturales), "donde los asistentes exponen sobre sus más recientes
conocimientos e intercambian opiniones; la esposa de Echandi ejecuta piezas
musicales clásicas para deleitar a los convidados. Esta labor es trascendental
porque en un medio tan limitado en lo cultural como lo es Costa Rica en esa
época, esas reuniones deben haber sido el alimento espiritual que tanto
necesitaban los intelectuales; es también antecedente del Círculo de Amigos del
Arte", subrayan en su libro sobre Teodorico Quirós Floria Barriobueno y
María Enriqueta Guardia
·
Max Jimenez
Max Jiménez (San
José, Costa Rica, 16 de abril de 1900 - Buenos Aires Argentina, 3 de mayo de
1947) fue un escritor, novelista, poeta, periodista, escultor y pintor
costarricense.
Hijo de Roberto
Jiménez y Ana Huete, comenzó su carrera artística en el campo de la pintura y
escultura en 1921. En París, hizo varias exposiciones de dibujos a pluma y
esculturas en 1924 obteniendo buenas críticas.
La pintura de Max
Jiménez está bastante relacionada con sus trabajos de escultura, principalmente
por la creación de volúmenes muy semejantes y por el uso de la deformación,
consciente, en la mayoría de las figuras. Sus temas y figuras son principalmente
tropicales y su estilo difícil de clasificar se puede considerar vanguardista.
En 1925 por
dificultades económicas tuvo que regresar a Costa Rica, siguió dedicándose a la
pintura, y también comenzó a escribir artículos periodísticos destacando Arte y
proletariado en 1926. Ese mismo año contrae matrimonio con Clemencia Soto Uribe
y se instalaron en San Isidro de Coronado. Al año siguiente aparecieron varios
artículos suyos en Diario de Costa Rica y en Repertorio Americano. En 1928
publicó su primera novela Unos Fantoches, donde desarrollaba una trama con un
triángulo amoroso que provocó un gran escándalo hasta el punto de ser retirado
de las librerías. Viajó a Europa buscando editor para su primer libro de poemas
Gleba, que finalmente publicó en París.
En 1929 viajó a
España y conoció a varios escritores e intelectuales, entre ellos Ramón del
Valle-Inclán y Concha Espina, que lo presentó en su salón literario de los
viernes y desde entonces la presencia de España en su poesía resultará
inevitable. En 1930 publicó en Madrid su segundo libro de poesía Sonaja.
Empezaron a
interesarle las técnicas de grabado en madera y viaja a Estados Unidos a
estudiarlas en la Liga de Estudiantes de Arte de Nueva York. En 1938 comenzó a
perfeccionar su técnica del óleo y empezó a innovar con materiales fabricados
por él mismo. En 1939 viajó a París donde expuso diez óleos con gran éxito de
crítica.
En 1943 viajó a La
Habana donde se relacionó con diversos artistas y siguió pintando sus temas
tropicales y temas de negros cubanos. Expuso en esta capital 14 óleos.En 1945
regresó a Costa Rica donde hizo una exposición de 21 óleos, casi todos ya
exhibidos anteriormente en Europa y Cuba, pero tiene una pobre acogida entre la
crítica de su país.
En 1946 viajó a
Chile y poco después a Buenos Aires donde murió en medio de una terrible crisis
creadora y existencial.
El grabado
Se puede afirmar
que el grabado de Max Jiménez, la mayoría de las veces, fue complementario de
su obra escrita. Casi todos sus libros se encuentran ilustrados con xilografías
y en muchos de los artículos que he reseñado he encontrado correspondencias
entre el texto y el grabado. Max Jiménez utilizó el grabado como una expresión
menor, cercana a su espíritu artesanal para plasmar, en tono detallista,
algunos de los motivos que expresó en la pintura. La mayoría de las xilografías
son proyectos desarrollados luego en óleos, y, algunas veces, hasta en
esculturas.
Los principales,
por su calidad y manera de expresión, son aquéllos que señalan dolor, o
elementos eróticos femeninos, que sin llegar a lo grotesco, manifiestan
deformidades internas por medio de contracciones físicas. La etapa más
importante en la creación de grabados abarca de 1934 a 1938, según se puede
observar por un estudio comparativo entre lo publicado e ilustrado con sus
propios trabajos xilográficos. Yo encuentro que, en el grabado, Max fue
totalmente expresionista y, algunas veces, incursionó por el surrealismo,
logrando calidades insuperables en las ilustraciones de El domador de pulgas y
El Jaúl. En los grabados que acompañan a varios de sus artículos aparecidos en
Repertorio Americano predomina la fuerza de la expresión concentrada en los
rostros, aunque las deformaciones son apenas perceptibles, apéndices de
tropismos interiores o deformaciones visuales.
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